Cáncer
Médico especialista
Dr. Heriberto Lujano Pedraza

Especialista en toluca
Tratamiento de Cáncer
El cáncer urológico abarca un conjunto de enfermedades malignas que afectan órganos clave del sistema urinario y reproductor, como los riñones, la vejiga, la próstata, los testículos y las glándulas suprarrenales. Aunque cada tipo tiene características clínicas distintas, todos comparten una necesidad urgente de diagnóstico oportuno y tratamiento especializado. En muchos casos, estos tumores pueden avanzar silenciosamente, sin síntomas evidentes, lo que hace que la vigilancia médica y los chequeos regulares sean fundamentales. Abordar el cáncer urológico implica entender no solo su comportamiento biológico, sino también su impacto emocional, funcional y social en la vida del paciente. Esta introducción nos invita a explorar sus causas, manifestaciones, opciones terapéuticas y el papel crucial de la medicina personalizada en su manejo.
Tipos de cáncer
El cáncer puede afectar distintas zonas del cuerpo, desde el pene hasta los riñones, y cada una presenta desafíos únicos en diagnóstico, tratamiento y seguimiento. Conocer sus señales tempranas y entender cómo se manifiesta en órganos como la vejiga, próstata, testículos y riñones es clave para actuar a tiempo. Acompáñanos en este recorrido por los distintos tipos de cáncer urológico y descubre cómo la detección oportuna puede marcar la diferencia.

Cáncer de pene
El cáncer de pene es un tipo de tumor maligno poco frecuente que se origina en los tejidos del pene, generalmente en la piel o en el epitelio del glande o el prepucio. Aunque su incidencia es baja, puede tener un impacto profundo en la salud física, emocional y sexual del paciente si no se detecta a tiempo.
Este cáncer suele manifestarse como llagas, bultos, cambios en el color o textura de la piel, secreciones con mal olor o lesiones que no cicatrizan. En etapas avanzadas, puede provocar sangrado, dolor, inflamación de ganglios en la ingle e incluso dificultad para orinar.
Entre los factores de riesgo más importantes se encuentran la infección por el virus del papiloma humano (VPH), el tabaquismo, la falta de higiene íntima, antecedentes de fimosis, y no haber sido circuncidado. El diagnóstico se confirma mediante biopsia, y el tratamiento puede incluir cirugía, radioterapia o quimioterapia, dependiendo del estadio y la extensión del tumor.

Detección oportuna y temprana en Toluca
Cáncer de pene diagnóstico oportuno en Toluca
01 ¿Cómo se diagnóstica?
El diagnóstico del cáncer de pene comienza con una evaluación clínica detallada, en la que el médico examina cualquier lesión sospechosa en el glande, el prepucio o el cuerpo del pene. Estas lesiones pueden presentarse como úlceras, bultos, zonas endurecidas o cambios en la coloración de la piel. Si la apariencia es sugestiva de malignidad, el siguiente paso es realizar una biopsia, que consiste en tomar una muestra del tejido afectado para analizarlo bajo el microscopio y confirmar si hay células cancerosas.
Una vez confirmado el diagnóstico, se procede a estadificar la enfermedad, es decir, determinar su extensión. Para ello se utilizan estudios de imagen como tomografía computarizada (CT), resonancia magnética (MRI) y ecografía, que permiten evaluar si el cáncer ha invadido tejidos profundos, ganglios linfáticos o se ha diseminado a otros órganos.
02 ¿Cuáles son sus síntomas?
Los síntomas del cáncer de pene suelen comenzar con alteraciones visibles en la piel del glande o el prepucio, especialmente si no hay circuncisión. En etapas iniciales, puede aparecer una llaga o úlcera que no cicatriza, un bulto rojizo, o engrosamiento de la piel que cambia de color o textura. Estas lesiones no suelen causar dolor al principio, lo que puede retrasar la consulta médica.
A medida que avanza, pueden surgir secreciones con mal olor, sangrado espontáneo, formación de costras, o manchas azuladas o marrón oscuro. También es común que se inflamen los ganglios linfáticos en la ingle, lo que puede indicar diseminación regional. En casos más avanzados, el paciente puede experimentar cansancio extremo, pérdida de peso inexplicable o dolor en otras zonas del cuerpo.
Estos síntomas pueden confundirse con infecciones o enfermedades de transmisión sexual, por lo que es fundamental acudir al urólogo ante cualquier cambio persistente en la zona genital. ¿Quieres que lo estructuremos como parte de una guía visual o copy educativo para pacientes? Puedo ayudarte a adaptarlo según tu público.
03 ¿Cómo se trata?
El tratamiento del cáncer de pene depende del estadio del tumor, su localización, tamaño y si ha invadido ganglios o tejidos cercanos. El objetivo es eliminar el cáncer preservando, en lo posible, la función y la anatomía del pene, aunque en algunos casos avanzados puede requerirse cirugía más radical.
En etapas tempranas, el tratamiento puede incluir:
- Cirugía local: como la escisión de la lesión, la circuncisión si el tumor está limitado al prepucio, o técnicas de preservación como la láserterapia o crioterapia.
- Radioterapia: se utiliza en algunos casos como alternativa a la cirugía, especialmente si se busca conservar el órgano.
- Quimioterapia tópica: en lesiones superficiales, se puede aplicar directamente sobre la piel afectada.
En estadios más avanzados:
- Penectomía parcial o total: se realiza cuando el tumor invade profundamente el tejido del pene.
- Linfadenectomía inguinal: si hay compromiso ganglionar, se extirpan los ganglios afectados.
- Quimioterapia sistémica o inmunoterapia: en casos metastásicos o recurrentes, como parte de un enfoque paliativo o complementario.
Diágnostico en Toluca
Cáncer de próstata
El cáncer de próstata es un tumor maligno que se origina en las células de la glándula prostática, una estructura exclusiva del cuerpo masculino ubicada justo debajo de la vejiga y delante del recto. Esta glándula produce parte del líquido seminal que protege y transporta los espermatozoides durante la eyaculación.
Este tipo de cáncer es uno de los más frecuentes en hombres, especialmente a partir de los 50 años, y su riesgo aumenta con la edad, los antecedentes familiares, el origen étnico (mayor incidencia en hombres afrodescendientes) y ciertos factores como la obesidad o el tabaquismo.
¿Cómo se diagnóstica?
El diagnóstico del cáncer de próstata comienza con pruebas de detección temprana, incluso en hombres sin síntomas. Las dos herramientas principales son:
- El análisis de sangre del antígeno prostático específico (PSA), que mide los niveles de una proteína producida por la próstata. Niveles elevados pueden indicar inflamación, hiperplasia benigna o cáncer.
- El examen digital del recto (tacto rectal), donde el médico palpa la próstata a través del recto para detectar zonas endurecidas, asimetrías o masas sospechosas.
Si estas pruebas sugieren la presencia de cáncer, se procede a una biopsia prostática, que consiste en extraer pequeñas muestras de tejido para analizarlas bajo el microscopio y confirmar si hay células malignas.
Una vez confirmado el diagnóstico, se realizan estudios de imagen como resonancia magnética, tomografía computarizada o gammagrafía ósea para determinar si el cáncer está localizado o se ha diseminado, lo que permite establecer el estadio clínico y planificar el tratamiento.
¿Cuáles son sus síntomas?
El cáncer de próstata suele desarrollarse lentamente y, en sus etapas iniciales, puede no presentar síntomas evidentes. Sin embargo, a medida que progresa, comienzan a aparecer señales que afectan principalmente el sistema urinario y la función sexual.
Uno de los primeros indicios suele ser la dificultad para orinar, ya sea por un flujo débil, interrumpido o la sensación de que la vejiga no se vacía por completo. También es común notar un aumento en la frecuencia urinaria, especialmente durante la noche (nicturia), así como dolor o ardor al orinar, que puede confundirse con una infección.
En etapas más avanzadas, pueden presentarse sangre en la orina o en el semen, dolor persistente en la parte baja de la espalda, pelvis o caderas, y alteraciones en la función sexual, como dificultad para lograr una erección o eyaculación dolorosa.
¿Cómo se trata?
El tratamiento del cáncer de próstata se adapta al tipo y estadio del tumor, así como a la edad y estado general del paciente. En casos de crecimiento lento y localizado, puede optarse por vigilancia activa, donde se monitorea la evolución sin intervenir de inmediato. Cuando el cáncer requiere tratamiento, las opciones incluyen cirugía (prostatectomía radical), radioterapia, terapia hormonal, quimioterapia o inmunoterapia, según el grado de agresividad y si hay diseminación.
La cirugía busca extirpar la próstata y, en algunos casos, los ganglios cercanos. La radioterapia puede aplicarse externamente o mediante implantes internos (braquiterapia). La terapia hormonal reduce los niveles de testosterona, que alimenta el crecimiento tumoral, y se usa sola o combinada. En etapas avanzadas, se puede recurrir a quimioterapia o tratamientos dirigidos.
Cada caso requiere un enfoque personalizado, guiado por un equipo médico especializado. Te recomendamos venir a consulta para una evaluación completa y definir el tratamiento más adecuado para ti.




DIAGNÓSTICO EN TOLUCA
Cáncer de riñón
El cáncer de riñón es una enfermedad en la que las células del riñón comienzan a crecer de forma descontrolada, formando un tumor maligno.
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¿Cómo se diagnóstica?
El diagnóstico del cáncer de riñón suele comenzar de forma incidental, ya que muchos casos se detectan durante estudios de imagen realizados por otras razones médicas. Sin embargo, cuando hay sospecha clínica—por síntomas como sangre en la orina, dolor en el costado o masa abdominal—se inicia una evaluación más específica. El primer paso incluye una historia clínica detallada y un examen físico, donde el médico puede palpar una masa o detectar signos indirectos de enfermedad renal. Luego se solicitan análisis de sangre y orina, que ayudan a evaluar la función renal, detectar anemia o alteraciones metabólicas, y confirmar la presencia de sangre o células anormales en la orina. Una vez confirmado el cáncer, se procede a estadificar la enfermedad, es decir, determinar si está localizado o se ha diseminado, lo que orienta el tratamiento y el pronóstico. Te recomendamos venir a consulta si presentas síntomas persistentes o factores de riesgo, como tabaquismo, obesidad o antecedentes familiares. Un diagnóstico temprano puede marcar la diferencia. -
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¿Cuáles son sus síntomas?
El cáncer de riñón suele avanzar de forma silenciosa en sus primeras etapas, lo que significa que muchos pacientes no presentan síntomas evidentes al inicio. Sin embargo, a medida que el tumor crece o afecta estructuras cercanas, comienzan a aparecer señales que no deben ignorarse. Uno de los síntomas más característicos es la presencia de sangre en la orina (hematuria), que puede teñirla de color rosado, rojo o marrón. Esta sangre puede aparecer de forma intermitente y sin dolor, lo que hace que pase desapercibida o se confunda con otras afecciones como infecciones urinarias o cálculos. También es común experimentar dolor persistente en la zona lumbar o en un costado del abdomen, que no mejora con el descanso ni con analgésicos comunes. En algunos casos, el tumor puede crecer lo suficiente como para palparse como una masa o inflamación en el abdomen o el flanco. Otros síntomas menos específicos incluyen fatiga constante, pérdida de apetito, baja de peso sin causa aparente, y en ocasiones fiebre o sudoración nocturna.

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¿Cómo se trata?
El tratamiento del cáncer de riñón depende principalmente de la etapa del tumor, su tamaño, ubicación y si se ha diseminado fuera del riñón. En muchos casos, especialmente cuando el cáncer está localizado, la cirugía es el tratamiento principal y puede ser curativa. Cuando el tumor es pequeño y está bien delimitado, se realiza una nefrectomía parcial, donde se extirpa solo la parte afectada del riñón. Si el tumor es más grande o está en una posición compleja, se opta por una nefrectomía radical, que implica la extirpación completa del riñón, y en algunos casos, de los ganglios linfáticos cercanos. En etapas más avanzadas, donde el cáncer ha invadido venas grandes o se ha diseminado a otros órganos, el tratamiento puede incluir terapia dirigida (como sunitinib o pazopanib), inmunoterapia (como pembrolizumab), o una combinación de ambas. Estas terapias ayudan a bloquear el crecimiento tumoral o a estimular el sistema inmunológico para combatir las células cancerosas. Cuando la cirugía no es viable por condiciones médicas del paciente, se pueden considerar opciones como crioterapia, ablación por radiofrecuencia o radioterapia, aunque estas se reservan para casos específicos. El enfoque debe ser personalizado y guiado por un equipo médico especializado. Te recomendamos venir a consulta para valorar tu caso y definir el tratamiento más adecuado.
Diágnostico en Toluca
Cáncer de testículos
Es un tipo de tumor maligno que se origina en los tejidos de uno o ambos testículos, los órganos encargados de producir esperma y testosterona dentro del sistema reproductor masculino. Aunque no es muy común, es el cáncer más frecuente en hombres jóvenes, especialmente entre los 15 y 45 años.
La mayoría de los casos se desarrollan a partir de las células germinales, que son las encargadas de formar los espermatozoides. Estos tumores se dividen principalmente en dos tipos: seminomas, que tienden a crecer más lentamente, y no seminomas, que suelen ser más agresivos pero también responden bien al tratamiento.
¿Cómo se diagnóstica?
El diagnóstico del cáncer de testículos comienza con una evaluación física, donde el médico palpa los testículos para detectar bultos, endurecimientos o cambios en tamaño y sensibilidad. Si se encuentra una masa sospechosa, se realiza una ecografía testicular, que permite distinguir si el bulto es sólido (más probable que sea maligno) o está lleno de líquido (como en un hidrocele o varicocele).
Además, se solicitan análisis de sangre para marcadores tumorales, como la alfafetoproteína (AFP), la gonadotropina coriónica humana (HCG) y la lactato deshidrogenasa (LDH). Estos marcadores ayudan a identificar el tipo de tumor y su posible agresividad.
En muchos casos, si la sospecha es alta, se procede directamente a una cirugía para extirpar el testículo afectado (orquiectomía). El tejido se analiza en laboratorio para confirmar el diagnóstico y determinar el tipo específico de cáncer (seminoma o no seminoma), lo que orienta el tratamiento posterior.
Este enfoque permite una detección precisa y rápida, clave para iniciar el tratamiento en etapas tempranas. Te recomendamos venir a consulta si notas cualquier cambio en tus testículos o zona inguinal. La evaluación médica oportuna puede marcar la diferencia.
¿Cuáles son sus síntomas?
El cáncer de testículos suele manifestarse con señales físicas que, aunque pueden parecer leves al principio, no deben ignorarse. El síntoma más común es la aparición de un bulto indoloro o una masa dura en uno de los testículos, que puede ser tan pequeña como un guisante o más grande, y generalmente no causa molestias al tacto. Esta protuberancia puede ir acompañada de una sensación de pesadez en el escroto, como si algo estuviera tirando hacia abajo.
Algunos pacientes también experimentan dolor sordo en la parte baja del abdomen o en la ingle, hinchazón repentina del escroto, o molestia persistente en el testículo afectado. En ciertos casos, puede haber agrandamiento o sensibilidad en el tejido mamario debido a alteraciones hormonales, e incluso dolor de espalda si el cáncer se ha diseminado a ganglios linfáticos o estructuras cercanas.
Estos síntomas pueden confundirse con otras afecciones menos graves, como infecciones o varicocele, pero cualquier cambio persistente en los testículos merece atención médica inmediata.
¿Cómo se trata?
El tratamiento del cáncer de testículos es altamente efectivo y suele tener un pronóstico muy favorable, incluso en etapas avanzadas. El enfoque depende del tipo de tumor (seminoma o no seminoma), su extensión y la salud general del paciente.
El primer paso casi siempre es la orquiectomía inguinal radical, una cirugía en la que se extirpa el testículo afectado junto con el cordón espermático. Esta intervención no solo elimina el tumor, sino que también permite analizarlo para confirmar el tipo de cáncer y orientar el tratamiento posterior.
Después de la cirugía, el manejo puede variar:
- En casos de seminomas en etapa temprana, se puede optar por vigilancia activa, radioterapia o quimioterapia leve, dependiendo del riesgo de recurrencia.
- En tumores no seminomatosos o más avanzados, se suele indicar quimioterapia sistémica, que ha demostrado ser muy eficaz para eliminar células cancerosas diseminadas.
- Si hay compromiso ganglionar o persistencia tumoral, puede requerirse una cirugía retroperitoneal para extirpar ganglios linfáticos afectados.
El seguimiento es clave: incluye análisis de sangre para marcadores tumorales, estudios de imagen y controles clínicos regulares durante varios años.




DIAGNÓSTICO EN TOLUCA
Cáncer de uréter
El cáncer de uréter es un tipo poco común de tumor maligno que se origina en los conductos que conectan los riñones con la vejiga, conocidos como uréteres. Estos conductos transportan la orina desde los riñones hasta la vejiga, y están revestidos por células uroteliales, las mismas que recubren la vejiga. Por eso, este cáncer está estrechamente relacionado con el carcinoma urotelial, el mismo tipo que suele aparecer en la vejiga.
Este tipo de cáncer suele afectar a personas mayores, especialmente aquellas que han tenido antecedentes de cáncer de vejiga o que presentan factores de riesgo como tabaquismo, exposición a químicos industriales o síndrome de Lynch, una condición genética que predispone a varios tipos de cáncer.
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¿Cómo se diagnóstica?
El diagnóstico del cáncer de uréter requiere una evaluación integral que combina estudios clínicos, de laboratorio y de imagen. El proceso inicia con la historia clínica y el examen físico, donde el médico analiza síntomas como hematuria (sangre en la orina), dolor en el costado o infecciones urinarias recurrentes. A esto se suman análisis de orina y citología, que permiten detectar sangre, infecciones o la presencia de células cancerosas. Para visualizar el tracto urinario y detectar posibles masas u obstrucciones, se utilizan estudios de imagen como el urograma por tomografía computarizada (uro-TC) y la resonancia magnética (uro-RM), esta última especialmente útil para evaluar la extensión del tumor en tejidos blandos. En algunos casos, también puede emplearse el pielograma intravenoso, una técnica más antigua pero aún vigente en ciertas situaciones clínicas. La ureteroscopia es otro paso clave en el diagnóstico, ya que permite introducir una sonda con cámara a través de la uretra y vejiga hasta los uréteres, lo que facilita la visualización directa del tumor y la toma de biopsias para confirmar el diagnóstico histológico. Además, en situaciones específicas, se pueden realizar estudios genéticos o moleculares sobre el tejido tumoral con el fin de identificar el tipo de cáncer y orientar mejor el tratamiento. -
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¿Cuáles son sus síntomas?
El cáncer de uréter suele manifestarse con síntomas que pueden confundirse fácilmente con otras afecciones urinarias, lo que complica su detección temprana. Uno de los signos más frecuentes es la presencia de sangre en la orina, que puede teñirla de color rojo, rosado o incluso cola, y suele aparecer sin dolor. A medida que el tumor crece, puede obstruir el flujo de orina, provocando dolor en la espalda o en el costado, especialmente si se acumula presión en el riñón. También es común experimentar molestias al orinar, necesidad de hacerlo con mayor frecuencia, fatiga persistente y pérdida de peso sin causa aparente. Estos síntomas pueden avanzar lentamente o presentarse de forma intermitente, lo que hace aún más importante prestar atención a cualquier cambio urinario que no desaparezca. Te recomendamos venir a consulta si notas sangre en la orina, dolor persistente en la espalda o abdomen, o cualquier alteración urinaria que no mejora con el tiempo.

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¿Cómo se trata?
El tratamiento del cáncer de uréter depende de la ubicación, el tamaño del tumor, su grado de agresividad y si se ha diseminado a otras partes del cuerpo. En la mayoría de los casos, el abordaje principal es quirúrgico. El procedimiento más común es la nefroureterectomía radical, que consiste en extirpar completamente el riñón afectado junto con el uréter y una porción de la vejiga donde el uréter desemboca. Esta cirugía busca eliminar todo el tejido comprometido y prevenir recurrencias. En algunos casos seleccionados, especialmente si el tumor está localizado y el paciente tiene condiciones médicas que limitan la cirugía, se puede realizar una ureterectomía segmentaria, donde solo se extirpa la parte del uréter afectada. Además, se puede complementar con quimioterapia, ya sea antes de la cirugía (neoadyuvante) para reducir el tamaño del tumor, o después (adyuvante) para eliminar células cancerosas residuales. En ciertos pacientes, también se considera la radioterapia o inmunoterapia, dependiendo del perfil molecular del tumor y la respuesta al tratamiento.

Preguntas frecuentes
Cáncer de uretra
01 ¿Cómo se diagnóstica?
El cáncer de uretra es una neoplasia maligna poco frecuente. Aunque puede afectar tanto a hombres como a mujeres, su presentación varía según las diferencias anatómicas entre sexos. En mujeres, suele detectarse más cerca de la abertura externa, mientras que en hombres puede comprometer la uretra anterior o posterior.
Este tipo de cáncer se desarrolla cuando las células que recubren la uretra comienzan a crecer de forma descontrolada. Los tipos más comunes son el carcinoma de células de transición, el carcinoma de células escamosas y el adenocarcinoma, cada uno con características distintas.
Aunque su causa exacta no siempre está clara, se han identificado factores de riesgo como la inflamación crónica, infecciones urinarias recurrentes, infecciones de transmisión sexual como el VPH, y antecedentes de cáncer de vejiga invasivo. Este cáncer puede provocar obstrucción urinaria, dolor pélvico, hematuria (sangre en la orina) y otros síntomas que afectan la calidad de vida.
Dado que sus síntomas pueden confundirse con afecciones más comunes del tracto urinario, la detección temprana es clave para un tratamiento eficaz.
02 ¿Cuáles son sus síntomas?
El cáncer de uretra puede comenzar con síntomas sutiles que se confunden fácilmente con infecciones urinarias o problemas prostáticos, lo que retrasa su diagnóstico. Uno de los signos más frecuentes es la dificultad para orinar, ya sea por obstrucción, flujo débil o sensación de vaciado incompleto. También puede presentarse dolor o ardor al orinar, necesidad urgente o frecuente de ir al baño, especialmente durante la noche, y en algunos casos, incontinencia. La presencia de sangre en la orina es una señal de alerta importante, al igual que secreciones anormales desde la uretra. En hombres, puede observarse engrosamiento del pene o una masa palpable; en mujeres, puede aparecer un bulto cerca de la abertura uretral. Estos síntomas tienden a progresar si no se atienden, afectando la calidad de vida y aumentando el riesgo de complicaciones.
03 ¿Cómo se trata?
El tratamiento del cáncer de uretra depende de varios factores: el tipo de células involucradas, la ubicación del tumor dentro de la uretra (distal o proximal), su tamaño, si ha invadido tejidos cercanos o se ha diseminado a otras partes del cuerpo. En etapas tempranas, cuando el tumor está localizado, puede optarse por cirugía conservadora que preserve la función urinaria. Sin embargo, en casos más avanzados, se requiere una intervención más extensa.
La cirugía es el pilar principal del tratamiento. Puede incluir la extirpación parcial o total de la uretra, y en algunos casos, también de la vejiga o tejidos circundantes si hay invasión. Cuando el cáncer está más avanzado o ha reaparecido, se puede combinar con quimioterapia o radioterapia para atacar las células malignas restantes. En ciertos casos, especialmente si hay metástasis, se considera inmunoterapia o tratamientos dirigidos según el perfil molecular del tumor.




DIAGNÓSTICO EN TOLUCA
Cáncer de vejiga
El cáncer de vejiga es una enfermedad en la que las células que recubren el interior de la vejiga comienzan a crecer de forma descontrolada, formando un tumor maligno. La vejiga es un órgano hueco ubicado en la parte inferior del abdomen, cuya función principal es almacenar la orina que producen los riñones antes de ser expulsada del cuerpo.
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¿Cómo se diagnóstica?
El diagnóstico del cáncer de vejiga comienza con una evaluación clínica cuando el paciente presenta síntomas como sangre en la orina, dolor al orinar o cambios en la frecuencia urinaria. El médico realiza un examen físico y solicita análisis de orina, incluyendo citología para detectar células cancerosas. La prueba clave es la cistoscopia, en la que se introduce un tubo delgado con cámara a través de la uretra para observar directamente el interior de la vejiga. Si se detectan áreas sospechosas, se toma una muestra de tejido (biopsia) para confirmar el diagnóstico. Además, se utilizan estudios de imagen como la tomografía computarizada (uro-TC) o el pielograma retrógrado, que permiten visualizar el sistema urinario y detectar tumores, obstrucciones o invasión a tejidos cercanos. Estas pruebas también ayudan a determinar el estadio del cáncer, es decir, si está localizado o se ha diseminado. -
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¿Cuáles son sus síntomas?
El cáncer de vejiga suele manifestarse con síntomas que afectan directamente el proceso de micción. El más común es la presencia de sangre en la orina, que puede teñirla de rojo brillante o marrón, aunque en algunos casos solo se detecta mediante análisis de laboratorio. También es frecuente experimentar dolor o ardor al orinar, necesidad urgente o frecuente de ir al baño, especialmente durante la noche, y sensación de vaciado incompleto. A medida que la enfermedad avanza, puede aparecer dolor en la parte baja de la espalda, fatiga persistente, pérdida de peso sin causa aparente y, en casos más graves, hinchazón en las piernas o dolor óseo si hay metástasis. Estos síntomas pueden confundirse con infecciones urinarias u otras afecciones benignas, por lo que es fundamental prestar atención a cualquier cambio persistente.

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¿Cómo se trata?
El tratamiento del cáncer de vejiga depende del estadio del tumor, su grado de agresividad y si ha invadido la capa muscular de la vejiga o se ha diseminado a otras partes del cuerpo. En etapas tempranas, cuando el cáncer está limitado al revestimiento interno, se suele realizar una resección transuretral del tumor vesical (RTU), un procedimiento quirúrgico que permite eliminar el tumor mediante un endoscopio introducido por la uretra. Este tratamiento puede complementarse con quimioterapia intravesical, que consiste en aplicar medicamentos directamente dentro de la vejiga para reducir el riesgo de recurrencia. En casos de mayor riesgo o tumores más agresivos, se utiliza el BCG intravesical, una forma de inmunoterapia que estimula al sistema inmunológico para atacar las células cancerosas. Si el cáncer ha invadido la capa muscular o se ha diseminado, el tratamiento puede requerir una cistectomía radical, es decir, la extirpación total de la vejiga, junto con reconstrucción urinaria. En estos casos también se puede indicar quimioterapia sistémica, radioterapia o incluso inmunoterapia avanzada, dependiendo del perfil molecular del tumor y la respuesta del paciente.
Diágnostico en Toluca
Cáncer suprarrenal
Es una enfermedad poco frecuente que se origina en las glándulas suprarrenales, dos estructuras pequeñas ubicadas justo encima de cada riñón. Estas glándulas tienen funciones vitales: producen hormonas como el cortisol, la adrenalina, la aldosterona y las hormonas sexuales, que regulan el metabolismo, la presión arterial, la respuesta al estrés y otras funciones esenciales del cuerpo.
Este tipo de cáncer puede afectar a personas de cualquier edad, aunque es más común en niños pequeños y adultos entre los 40 y 50 años. Dado que sus síntomas pueden confundirse con otras enfermedades hormonales, el diagnóstico suele requerir estudios de imagen, análisis hormonales y biopsia del tumor.
¿Cómo se diagnóstica?
El diagnóstico del cáncer suprarrenal comienza con una evaluación clínica detallada, especialmente si el paciente presenta síntomas hormonales como aumento de peso inexplicable, hipertensión resistente, debilidad muscular o signos de virilización. El médico revisa los antecedentes personales y familiares, y realiza un examen físico enfocado en signos de exceso hormonal.
Luego se solicitan análisis de sangre y orina para medir los niveles de hormonas producidas por las glándulas suprarrenales, como cortisol, aldosterona, adrenalina y andrógenos. Estas pruebas ayudan a identificar desequilibrios hormonales que podrían indicar la presencia de un tumor funcional.
Para visualizar la glándula y detectar masas, se utilizan estudios de imagen como la tomografía computarizada (TC), la resonancia magnética (RM) o la tomografía por emisión de positrones (PET). Estas técnicas permiten evaluar el tamaño, forma y posible invasión del tumor a tejidos cercanos o metástasis a distancia.
En algunos casos, se realiza una cirugía para extirpar la glándula suprarrenal afectada, especialmente si se sospecha malignidad. El tejido se analiza en laboratorio para confirmar si se trata de cáncer y determinar su tipo.
¿Cuáles son sus síntomas?
El cáncer suprarrenal puede provocar síntomas muy variados, dependiendo de si el tumor produce hormonas en exceso o si crece lo suficiente como para afectar órganos cercanos. En muchos casos, los primeros signos están relacionados con desequilibrios hormonales. Por ejemplo, si el tumor produce demasiado cortisol, puede aparecer un síndrome de Cushing, con aumento de peso en el abdomen y cara, debilidad muscular, hipertensión, diabetes y estrías púrpuras en la piel. Si hay exceso de andrógenos o estrógenos, pueden surgir signos de virilización en mujeres (como vello facial, acné o voz más grave) o feminización en hombres (como crecimiento mamario o disminución del tamaño testicular). También puede haber dolor abdominal o lumbar, pérdida de apetito, fatiga intensa y pérdida de peso involuntaria.
¿Cómo se trata?
El tratamiento del cáncer suprarrenal suele comenzar con una cirugía para extirpar la glándula afectada, conocida como adrenalectomía. Esta intervención es el pilar terapéutico principal y, en muchos casos, la única opción curativa, especialmente si el tumor está localizado y no ha invadido estructuras cercanas.
Cuando el cáncer está más avanzado o ha hecho metástasis, se pueden incorporar otros enfoques como la quimioterapia, que busca atacar las células malignas en todo el cuerpo. Uno de los medicamentos más utilizados es el mitotano, que tiene acción específica sobre el tejido suprarrenal, aunque puede provocar efectos secundarios importantes. También se considera la radioterapia en casos de recurrencia local o cuando no es posible operar, y en ciertos pacientes se evalúa el uso de inmunoterapia, especialmente si hay características moleculares que lo justifican.
El tratamiento debe adaptarse a las características del tumor, el estado hormonal del paciente y su salud general.
Más de 10 años comprometido con la salud y el bienestar de mis pacientes en Toluca.
Dr. Heriberto Lujano Pedraza
